Archivo por meses: abril 2014

Las polladas de Zygmunt Bauman.

Que sí, crack. Que te hemos visto el plumero. Eres de esos intelectuales marxistas de starbucks que en su vida han visto un proletario. Que los pobres sufren, y a mí qué, mientras siga siendo pobre me importa un bledo. ¿Y toda esa mierda de decir que la naturaleza de los hitlerianos es la misma que la de nuestras sociedades democráticas? Como si todo el mundo no supiera ya que los nazis eran enfermos mentales contaminados por el gen de la maldad. Vete a venderle esa mierda anticapitalista a otro. Putos pobres, como si no fuera suficiente marcar con una X la casilla de la Iglesia para que Cáritas se ocupe de ellos. Todos sabemos que van creando lo que van buscando, que si eres discapacitado intelectual grave te puedes ganar la vida en La Razón o Intereconomía, que no vengan pidiendo cupos en las oposiciones. Siempre victimizándose cuando la mayoría votan al PP (True Story), y luego crean lobbys de poder, con sus importantísimas influencias, y se cuelan en la política a través del filoestalinista PSOE. Vamos, como si crear una sociedad comunal a favor del eje del Mal chavista, conviniera al PIB. Jaja luego se inventan el Índice de Desarrollo Humano, que hace que un país como Cuba, en dónde no hay Mercedes ni batamantas, esté en un puesto bueno. Se os ha visto el plumero, progres, sois una masa egoísta que queréis el poder por ser mayoría. Los derechos se ganan, gandules, no trabajando de esclavo en una fábrica, sino saliendo del MBA del CEU San Pablo con apellido.

Cómo se preocupan de nosotros las empresas. La hostia. Unos cariñitos.

Desde el erizo de Génesis o el Papá «sabiondo» de Catalana Occidente se me vienen unos cuantos ejemplos de amor empresarial. Todos ellos teñidos de ácidos sentimientos viscerales que todo humano debería tener. Desde La Batamanta hasta los alargadores de pene, las empresas nos abrazan y nos entretienen en las noches de insomnio, dándonos un bálsamo morboso que nos entretiene pensando en quién será el gilipollas desgraciado y deprivado culturalmente, que gaste su poco dinero en productos así. Las casas de la gente están llenas de compras subnormales que no se utilizan, desde enciclopedias de Larousse hasta vibralorzas que sólo adelgazan neuronas.  Si ve esos aparatos en casa de alguien no se ralle la cabeza, aplique la Máxima de Oro. Desde ahora: Tiene que haber gente así, jode mucho sentirse inferior. Aproveche estos vergonzosos detalles para querer al mongólico que tiene por padre, amigo, o rollete con derecho a roce. De momento, para que vaya haciendo boca le traigo el anuncio de la batamanta:

 

¿QUIÉN ES FREAKIKOMORI?

Freakikomori es ese extraño ser que pasa por tu vida sin dar ni quitar nada, ese vecino introvertido que no importa absolutamente a nadie, cual psicópata de película americana, ese personaje de novela que destroza su vida sin quererlo, ese Hipster que se cuela en los conciertos de Vetusta Morla porque pagar entrada es muy Mainstream, ese viejo amargado de Dickens, que en lugar de acumular orgullosamente dinero, acumula desgracias, ese crítico de arte que se caga en toda obra cultural no elitista desde el punto de vista intelectual, ese miembro del Partido Comunista que paga religiosamente la suscripción sin soñar en su puta vida con ser alcalde de pueblo. Freakikomori vivió todas las vidas de la canción del pirata de Sabina efímeramente cuando las escuchó por primera vez, y después guardó la canción en el fondo de su disco duro. Freakikomori ya no sueña con una vida normal, no es una persona de esas optimistas, que creen que sus problemas se solucionarán o que la avanzada ciencia curará sus enfermedades, y menos, que sus parasitarios ingresos le permitirán acceder a esa cura. Freakikomori es esa faceta de tu personalidad que odias y que tienes encerrada y reprimida fingiendo ser normal. Abre tus escuetos sentidos a otro blog de opinión y literatura que no interesa a nadie. Dale un patético like sin haber leído la entrada. El show de variedades más loco de la Historia de un patético dominio de WordPress ha comenzado.

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